viernes, diciembre 31, 2004

La mancha

Para Miguel e Itziar, que siempre han estado ahí.

Una gota del aceite de la ensalada le manchó la camisa. Paró un momento de comer y trató de limpiarla, pero en lugar de desaparecer, la mancha comenzó a extenderse por su pecho. Un poco nervioso llamó al camarero. Este trajo enseguida polvos de talco, que fueron engullidos de inmediato por la mancha que ya alcanzaba su vientre.

Frenético, se levantó, frotandose con una servilleta y consiguiendo solo que la mancha se extendiese por su espalda. Trastabilló, tropezando con la mesa y tirando su contenido. Platos y comida se fueron al suelo entre el estruendo de vajilla destrozada.

Resbaló con los restos de la ensalada y quedó boca arriba, aturdido, mientras la mancha crecía por todo su cuerpo y teñía su cuello de un tono verdoso. Se llevó las manos a la garganta cuando notó que le faltaba el aire. Su cara comenzó a ponerse morada y los ojos se le salieron de las órbitas. Se retorció un par de veces y una espuma aceitosa surgió de sus labios resecos. Enseguida dejó de moverse, y su cadaver quedó en el suelo rodeado de restos de comida.

Inmediatamente un ejército de camareros apareció para recojerlo todo. En un instante el salón estaba limpio y el resto de comensales pudo continuar tranquilamente la comida.

Sevilla, Diciembre de 2004

El experto

Hoy ha sido particularmente difícil escribir una historia. Me levanté tarde y algo deprimido. Nunca me han gustado los finales de año. Por fin, despues de varios intentos que han ido a parar a la papelera, ahí tenéis "El experto". No es de lo mejor que he escrito, pero para un treinta y uno de Diciembre, bien puede valer.

Las telecomunicaciones eran lo suyo.

Tenía un potente ordenador que le permitía estar en contacto con todo el mundo y enviar miles de mensajes al mismo tiempo. Podía conversar cómodamente con cien clientes a la vez en treinta salas de "chat", gracias a su gigantesco monitor de 30 pulgadas con pantalla panorámica. El teléfono móvil tribanda G3E de última generación le permitía hacer videoconferencias múltiples con sus socios de Extremo Oriente, y podía hablar con todos sus agentes en América con solo pulsar un botón de su agenda electrónica...

Sí. Definitivamente, las telecomunicaciones eran lo suyo. Pero era incapaz de decir un "te quiero" a su mujer.

Sevilla, Diciembre de 2004

miércoles, diciembre 29, 2004

Transporte urgente

La mercancía tenía que salir urgentemente para China. Un avión accidentado en Shanghai necesitaba el repuesto y la compañía aérea no podía aguantar más. Doscientos pasajeros se deseperaban en la terminal, y Anselmo, que se había convertido en su portavoz, exigía a gritos una solución. ¡Quería llegar cuanto antes a casa para conocer a su nieto!.

Mario y Laura salían del hospital con su bebé, cuando los arrolló un camión de transporte urgente. Doscientos pasajeros tendrían que pasar otra noche en el aeropuerto. Y Anselmo ya no quería volver a casa.

Sevilla, Diciembre de 2004

La fórmula

Una cucharada de facturas, una pizca de pañales, dos medidas de hipoteca y tres onzas de silencios formaron una combinación casi perfecta. Pero aún faltaba algo. Durante años fueron añadiendo diversos ingredientes: medio vaso de reproches, un dedo de malentendidos, cien gramos de egoísmo, una libra de indiferencia... Ayer me llamaron emocionados. ¡Por fín habían descubierto, después de tantos esfuerzos, la fórmula magistral para disolver su amor!.

Sevilla, Diciembre de 2004

martes, diciembre 28, 2004

Amantes

- ¿Has hablado ya con ella?
- No, aún no lo he hecho.
- ¿Y a qué esperas?... Yo ya he dejado a mi novio, y tu parece que vas a remolque mío.
- Pero...Tu dijiste que no te importaba que estuviera casado...
- Sí, pero he cambiado de opinión. Ahora sólo te quiero para mí. Y tu también tendrás que escoger.

Sevilla, Diciembre de 2004

Un empleado modelo

Si faltaba un certificado, porque Pedro estaba de vacaciones, no importaba, él lo hacía. Si no había venido Laura, la chica de las facturas, no importaba, él las hacía. Si nadie quería trabajar durante un puente, no importaba, él lo hacía. Si Jaime, el que empaquetaba las piezas, estaba enfermo, no importaba, él lo hacía. Un buen día llegó a la fábrica y la encontró cerrada. Y no le importó. Por fin podría descansar.

Sevilla, Diciembre de 2004

lunes, diciembre 27, 2004

Campo a través

Amanece. El viento congela mis manos y me hiere la garganta. Duele cada golpe de los pies contra el suelo persiguiendo figuras borrosas en la niebla.

Atravieso un túnel sin fin que se cierra tras de mí mientras avanzo. Apenas se oyen los ruidos del campo, amortiguados por la niebla, y me invade una sensación de irrealidad. Ya he olvidado el tiempo y la distancia y siento que las fuerzas me abandonan...

Pero se que esta vez no voy a perder frente al único rival que me importa, el que en mi interior me ordena a cada paso que me detenga.

Sevilla, Diciembre de 2004

domingo, octubre 24, 2004

Celos

Con el microcuento "Celos" -aunque tengo mis dudas de que una frase pueda considerase algun tipo de cuento- gané la Edición de 2004 del Concurso de Relatos Ultracortos "La Noche de San Sátiro".

El cuento lo presenté yo, pero la frase no es mia. La autora me la dijo hace cuatro años durante una discusión. Ya no está a mi lado y la sigo echando de menos...

Todos los cuentos que he escrito para las anteriores ediciones de San Sátiro, han tenido que ver con ella. Quizás solo se escribir sobre aquello que me produce dolor, o quizas necesito el dolor para poder escribir.


- ¡Ay, Joselito!... Si confiaras más en ti, no desconfiarias de mi.

Sevilla, Octubre de 2004